Los hombres comenzaron a llamar a Eltek a través de la espesura del bosque, alzando sus voces con creciente urgencia. Cada grito resonaba entre los árboles, y aunque la luz del sol ya se había desvanecido, llevaban antorchas para iluminar el oscuro y denso camino. Talru se desvió en otra dirección, observando las sombras en busca de alguna señal.
Fue entonces cuando vio al lobo blanco de nuevo. Su mirada era intensa, y sus ojos parecían brillar con un extraño entendimiento. Talru sintió que el lobo trataba de decirle algo. Se acercó con cautela, levantando su antorcha, confiado en la protección que le ofrecía el fuego, pero el lobo no retrocedió. En cambio, se acercó lentamente a Talru, hasta que con un gesto suave, golpeó la mano del muchacho con su hocico antes de girarse y comenzar a caminar.
Talru observó cómo el lobo miraba hacia atrás, como si le invitara a seguirlo. Entonces comprendió: el lobo intentaba guiarlo. Se adentró en la espesura, siguiendo sus pasos. El camino no era fácil; era una zona rocosa y llena de matorrales, y Talru tenía que avanzar con cuidado para no perder de vista al lobo.
Finalmente, tras varios minutos de caminar entre la oscuridad y la maleza, Talru vio un claro en el bosque. Allí, junto a un manantial de aguas cristalinas, distinguió la silueta de Eltek. Estaba postrado en una roca, consciente pero evidentemente herido. Al ver a Talru, sus ojos se iluminaron con alivio.
—"¡Eltek!" —llamó Talru, acercándose.
—"Me alegra verte, Talru." —Eltek sonrió débilmente, pero se quejó al moverse—. "Creo que me rompí la pierna mientras huía. Un oso enorme me arrebató la presa que acababa de cazar y tuve que correr. No vi el cerro entre la espesura del bosque.
Eltek se lamentaba de haber perdido su presa, su mirada llena de preocupación e indignación fue percibida por Talru.
—"Eso ya no importa, lo único importante es que estás bien."
Eltek sonrió con gratitud. Mientras Talru subía de nuevo el cerro para pedir ayuda, alzó el brazo y comenzó a mover la antorcha, agitando su brazo para ser más visible. Después de unos momentos, comenzó a silbar, un sonido agudo que cortó el silencio del bosque.
A lo lejos, los otros cazadores escucharon el silbido y vieron la luz de la antorcha de Talru. Makur, que había estado buscándolos con ansiedad, lideró al grupo hacia el claro, siguiendo el sonido y la luz que se movía en la distancia. Guiados por los destellos, finalmente llegaron al lugar donde Eltek y Talru los esperaban.
Eltek fue atendido de inmediato por los hombres, quienes lo llevaron de regreso al campamento con sumo cuidado.